Escenario: Librería – sección de libros infantiles
Antecedentes comunes: muy consentidos, elevada autoestima, baja tendencia a compartir
Contexto: Padres ausentes, primo mayor leyendo cerca, tía observando y aprendiendo…
Tienen personalidades distintas y, como es natural por la diferencia de sexo, gustos y preferencias de lectura un tanto diversas. Varón: afición por película CARS y todo lo que tenga llantas o ruedas (léase moto, tractor, avión, avioneta). Mujer: como toda una mini lady, gusta de los cuentos de hadas, princesas y flores. Gusto común: TOY STORY y dibujos de animales exóticos.
Mientras no se crucen sus preferencias todo fluye con una armonía que asombrará a las más pacientes parvularias; cada uno hojeando y manifestando con gesticulación y voz lo ameno de su “lectura”.
El problema empieza cuando ambos apetecen del mismo libro aunque sea en momentos diferentes… la tendencia egoísta (que todos llevamos), aflora con matices diferenciados de acuerdo al temperamento individual: ceño gruñón, pataleta, berrinche, gritos y pellizcos. Cara expresiva que mira insidioso a su “contrincante”. Gestos y señales que dejan claro al oponente que “!!!!ESTO ES MIO!!!!!“ Es hora del arbitraje adulto y del pequeño sermón de bolsillo sobre COMPARTIR.
Observo y comparo…. El mismo gen egoísta sobrevive al paso de los años y se queda en la etapa "madura" del individuo pero, con el pasar del tiempo se aprende a acallar de maneras “politically correct”.
Cuando el jefe felicita a uno de los vendedores que ha superado MI meta de ventas… cuando el carro de al lado rebasa y se pone delante en la estación de gasolina en MI puesto…cuando otro se sienta en MI asiento preferido del cine o del estadio… cuando el compañero de clase contesta la pregunta del profesor con la que habría sido MI respuesta…cuando entran sin permiso a MI cuarto o si osan tomar MI bebida que había separado en la refrigeradora… entonces, el berrinche va por dentro. Manifestaciones? Si no hemos practicado suficiente el arte de la hipocresía, el ceño nos delata. Si la inteligencia emocional se nos duerme, saldrá un reclamo en tono áspero o cuando menos le haremos notar al INTRUSO que el haber osado tomar lo que a MI me tocaba le podrá salir caro…
Un mejor escenario? No inmutarse, sonreir y estallar por dentro mentalmente con varias frases de grueso calibre que mi “prudencia” no me permite vociferar. Uff eso requiere autocontrol.
Hay algún escenario mejor? Si. Cuando se está habituado a compartir, aunque cueste en un principio y requiera de mucho ejercicio, se logra desarrollar la virtud de la GENEROSIDAD.
Qué infantil es el hombre cuando el egoísmo se apodera de sus entrañas. Qué pequeños nos hacemos cuando acortamos nuestra capacidad queriendo para “MI” lo que podría ser para “NOSOTROS”.
Aprendamos adultos. Nos comportamos mucho como niños mezquinos.
Veremos con asombro que convertir el “MIO” en “NUESTRO” trae más dicha de lo que imaginamos. Lo peor que puede pasar es que tengamos menos arrugas y más amigos.
MJCA

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